lunes, 30 de agosto de 2010

Memorias


Memorias
Un pueblo que lucha por no olvidar
Las banderas de México ya se pueden encontrar en las calles de las ciudades, todo listo para celebrar la independencia de nuestro país; que lástima que sea esta misma independencia la que todavía no logra llegar a las calles de nuestras ciudades.
Llevamos ya 200 años tratando de construir al grandioso Estado Mexicano, libre y justo. Tantos años luchando y tal parece que la paz no llega. Los grandes caudillos lucharon por liberar a México, muchas batallas se han librado y muchos pueblos han salido a pelear; pero después de tanto tiempo, parecería que los únicos que siguen sin ganar batalla son los que integran a la sociedad mexicana, toda esa mayoría que no forma parte de la élite del poder.
Tenemos una independencia que no da libertad. ¿Contra qué se revelaron los caudillos de independencia? Contra el malestar social, la crisis económica, la inestabilidad política, la esclavitud y una sociedad extremadamente desigual debido las diferencias abismales entre ricos y pobres. Cien años después vino la Revolución, a defender el voto y a regresar la soberanía a donde corresponde, al pueblo. Hoy en día, tal parece que nada ha cambiado. Nos encontramos ante un índice histórico de desempleo, con un 5.7% de la fuerza laboral, la economía mexicana se desploma cada día. José Narro Robles, rector de la UNAM, habla sobre los “ninis” personas en edad laboral que ni estudian ni trabajan, reporta 7 millones. Alrededor del 75% de la población vive en la pobreza; 8 de cada 10 ancianos viven en condiciones deplorables. Todas estas, cifras oficiales según la CONAPO (Consejo Nacional de Población). Vivimos siendo esclavos, de la delincuencia, de la desigualdad, de la supervivencia.
Con todo esto, me pregunto ¿de qué ha servido? ¿de qué sirvieron tantas luchas, tanta sangre, tanta gente que tomó las armas con la esperanza de lograr un mejor México? ¿dónde quedaron esos ideales? Años después y los campesinos se siguen levantando bajo el grito “Zapata vive, la lucha sigue!” así es, la revolución no se ha ganado, la lucha efectivamente debe seguir. Abdicar de la responsabilidad es un camino hacia el fracaso, es tarea de todos lograr un cambio por y para nosotros mismos, el pueblo, olvidando a la élite de la clase política. Es responsabilidad de nosotros generar nuestro propio bienestar.
Somos parte de una sociedad con un pasado muy lastimado y con un presente que aún está sangrando. Vivimos en un país con miedo y en un constante estado de guerra, contra la delincuencia, contra el crimen organizado, contra la desigualdad social, contra nuestro propio gobierno. Y me parece increíble que no creamos que ya es tiempo de cambiar. Todos somos México, ¿tú de verdad piensas que ganamos la lucha?
Ivonne Gutiérrez Castro

miércoles, 25 de agosto de 2010

SEMILLAS


Semillas
Creciendo en terreno infértil
Esmeralda, de 9 años, vive en una comunidad rural de Sonora. Llega corriendo de la escuela y se apresura al comal a preparar tortillas para que coman sus 4 hermanos más pequeños.  El papá de Esmeralda se fue a Estados Unidos y su mamá trabaja todo el día en una ciudad cercana. Esmeralda es ama de casa, tiene 9 años. La historia de esta familia es una constante que se repite a lo largo y ancho de todo el país.
De acuerdo al Módulo sobre Trabajo Infantil de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE 2007) 3.6 millones de niños menores de 14 años trabajan en nuestro país. Sin embargo, en esta encuesta sólo se considera a los niños que han llevado a cabo una actividad económica formal, por lo tanto, no están incluidos aquéllos que laboran en quehaceres domésticos, en puestos ambulantes, limpiando parabrisas, los malabaristas de semáforo, cuida-coches, ni ningún otro trabajo “extraoficial”. La encuesta se aplica en hogares, por lo que tampoco son contabilizados los niños migrantes, los que se encuentran en albergues colectivos, ni en campos agrícolas.
 Con lo anterior en cuenta, podemos deducir que la cifra de los 3.6 millones se eleva considerablemente en la realidad. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos calcula que hay aproximadamente 1.3 millones de menores que trabajan sólo por propina, 600,000 son jornaleros en el campo, más los numerosos casos de quehaceres domésticos, suman alrededor de 6 millones de niños menores de 14 años trabajando en México.
La mayor parte de los niños que trabajan viven en el campo y en las comunidades rurales. Según la ENOE, 7 de cada 10 menores que trabajan viven en comunidades rurales. El 24.8% de los trabajadores infantiles se concentran en 3 Estados principalmente: Estado de México, Puebla y Jalisco.
Los niños que laboran en México son parte de un fenómeno multidisciplinario que no siempre es negativo, en algunas ocasiones responde a un bagaje cultural  y a las tradiciones familiares. Muchas veces es positivo y ayuda al niño a desarrollarse, el problema es cuando las condiciones laborales limitan o afectan al menor de física o moralmente. Existen dos principales enfoques frente al trabajo de menores en México, uno es el abolicionista, éste considera  que el trabajo es malo y nocivo en los menores, pretende la erradicación total de este fenómeno  en México. Otro enfoque es el proteccionista, que defiende que el trabajo puede ser positivo dependiendo de las condiciones laborales y del desempeño de los menores, un ejemplo de este último enfoque es la Organización niños, niñas y adolescentes trabajando (NATs) que se preocupa por proteger a los menores que trabajan.
El trabajo infantil en México es una realidad del día a día, es una parte importante del acontecer cotidiano que difícilmente vemos por estar ya tan acostumbrados a él. Niños de 4 años que pizcan jitomates en los campos, existen en México,  niños que recogen latas por la noche, pepenadotes, pescadores, mineros, jornaleros, recolectores, niños que trabajan en mercados, en cementerios, en la calle. La Convención sobre los Derechos del Niño establece “el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social.” Preguntemos a las niñas víctimas de trata de blancas si consideran su trabajo nocivo para su desarrollo.
El principal problema es que la mayor parte de los menores trabajan para ayudar a mantener a sus familias porque el dinero que ganan los padres no alcanza, lo hacen para sobrevivir y en muchas ocasiones la necesidad los hace recurrir a trabajos denigrantes y no aptos para su edad. Es hora de que el país deje de vivir la ilusión de que todo está bien y que, aprovechando estos momentos de celebración nacional con el Bicentenario de la independencia, nos detengamos un momento a pensar en estos niños y que miremos la miseria cara a cara en los ojos inocentes que todos los días tienen que luchar por sobrevivir.
Los niños son considerados la semilla del México del mañana, les hemos dado la responsabilidad de crear el mejor país que nosotros no hemos logrado. Pero yo dejaría una pregunta, ¿cómo es posible que les demos tal responsabilidad cuando ni siquiera nos preocupamos por ellos? ¿Cómo una semilla puede florecer y dar frutos cuando todo alrededor se encarga de impedírselo?
Esmeralda hoy tiene 12 años, ya dejó la escuela y se dedica solamente al quehacer doméstico.

 Ivonne Gutiérrez Castro