miércoles, 25 de agosto de 2010

SEMILLAS


Semillas
Creciendo en terreno infértil
Esmeralda, de 9 años, vive en una comunidad rural de Sonora. Llega corriendo de la escuela y se apresura al comal a preparar tortillas para que coman sus 4 hermanos más pequeños.  El papá de Esmeralda se fue a Estados Unidos y su mamá trabaja todo el día en una ciudad cercana. Esmeralda es ama de casa, tiene 9 años. La historia de esta familia es una constante que se repite a lo largo y ancho de todo el país.
De acuerdo al Módulo sobre Trabajo Infantil de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE 2007) 3.6 millones de niños menores de 14 años trabajan en nuestro país. Sin embargo, en esta encuesta sólo se considera a los niños que han llevado a cabo una actividad económica formal, por lo tanto, no están incluidos aquéllos que laboran en quehaceres domésticos, en puestos ambulantes, limpiando parabrisas, los malabaristas de semáforo, cuida-coches, ni ningún otro trabajo “extraoficial”. La encuesta se aplica en hogares, por lo que tampoco son contabilizados los niños migrantes, los que se encuentran en albergues colectivos, ni en campos agrícolas.
 Con lo anterior en cuenta, podemos deducir que la cifra de los 3.6 millones se eleva considerablemente en la realidad. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos calcula que hay aproximadamente 1.3 millones de menores que trabajan sólo por propina, 600,000 son jornaleros en el campo, más los numerosos casos de quehaceres domésticos, suman alrededor de 6 millones de niños menores de 14 años trabajando en México.
La mayor parte de los niños que trabajan viven en el campo y en las comunidades rurales. Según la ENOE, 7 de cada 10 menores que trabajan viven en comunidades rurales. El 24.8% de los trabajadores infantiles se concentran en 3 Estados principalmente: Estado de México, Puebla y Jalisco.
Los niños que laboran en México son parte de un fenómeno multidisciplinario que no siempre es negativo, en algunas ocasiones responde a un bagaje cultural  y a las tradiciones familiares. Muchas veces es positivo y ayuda al niño a desarrollarse, el problema es cuando las condiciones laborales limitan o afectan al menor de física o moralmente. Existen dos principales enfoques frente al trabajo de menores en México, uno es el abolicionista, éste considera  que el trabajo es malo y nocivo en los menores, pretende la erradicación total de este fenómeno  en México. Otro enfoque es el proteccionista, que defiende que el trabajo puede ser positivo dependiendo de las condiciones laborales y del desempeño de los menores, un ejemplo de este último enfoque es la Organización niños, niñas y adolescentes trabajando (NATs) que se preocupa por proteger a los menores que trabajan.
El trabajo infantil en México es una realidad del día a día, es una parte importante del acontecer cotidiano que difícilmente vemos por estar ya tan acostumbrados a él. Niños de 4 años que pizcan jitomates en los campos, existen en México,  niños que recogen latas por la noche, pepenadotes, pescadores, mineros, jornaleros, recolectores, niños que trabajan en mercados, en cementerios, en la calle. La Convención sobre los Derechos del Niño establece “el derecho del niño a estar protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda ser peligroso o entorpecer su educación, o que sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral o social.” Preguntemos a las niñas víctimas de trata de blancas si consideran su trabajo nocivo para su desarrollo.
El principal problema es que la mayor parte de los menores trabajan para ayudar a mantener a sus familias porque el dinero que ganan los padres no alcanza, lo hacen para sobrevivir y en muchas ocasiones la necesidad los hace recurrir a trabajos denigrantes y no aptos para su edad. Es hora de que el país deje de vivir la ilusión de que todo está bien y que, aprovechando estos momentos de celebración nacional con el Bicentenario de la independencia, nos detengamos un momento a pensar en estos niños y que miremos la miseria cara a cara en los ojos inocentes que todos los días tienen que luchar por sobrevivir.
Los niños son considerados la semilla del México del mañana, les hemos dado la responsabilidad de crear el mejor país que nosotros no hemos logrado. Pero yo dejaría una pregunta, ¿cómo es posible que les demos tal responsabilidad cuando ni siquiera nos preocupamos por ellos? ¿Cómo una semilla puede florecer y dar frutos cuando todo alrededor se encarga de impedírselo?
Esmeralda hoy tiene 12 años, ya dejó la escuela y se dedica solamente al quehacer doméstico.

 Ivonne Gutiérrez Castro

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