miércoles, 5 de octubre de 2011

Responsabilidad Social Ciudadana

“Un ser humano es un agente intencional cuyas actividades obedecen a razones y que es capaz, si se le pregunta, de abundar discursivamente sobre esas razones (lo que incluye mentir acerca de ellas). Pero términos como "propósito" o intención", "razón", "motivo" se deben considerar con precaución, porque muy a menudo su uso en los escritos filosóficos se asoció a un voluntarismo hermeneútico y porque arrancan la acción humana de la contextualidad de un espacio-tiempo.” (Anónimo)
Hace 4 años que en México vivimos un ambiente de violencia continua, de inseguridad y desamparo social; somos testigos silenciosos de la guerra, la impunidad, la destrucción de nuestras instituciones y el dolor de tantas y tantas comunidades que se encuentran de luto por la dolorosa pérdida de sus miembros. Todos los días vemos en los medios de comunicación como hay cada vez más ejecuciones, asesinatos masivos, más desaparecidos, secuestrados y torturados. Desde siempre ha existido la violencia y la inseguridad en nuestras calles, sin embargo, estos últimos años ha crecido de maneras exponenciales; en Coahuila la violencia ha aumentado 2000% en los últimos 3 años, en Chihuahua 1,700%, en Nayarit 3,300%, Tamaulipas 1400% y la lista sigue. (Animal Político, 2011)
Las calles de las ciudades son cada vez más violentadas, hay más crimen, inseguridad, impunidad. La situación está empezando a rebasar cada día más la capacidad de las autoridades para ofrecer seguridad, nuestras débiles instituciones de justicia resultan insuficientes ante la magnitud del problema y todos podemos dar fe de la ingobernabilidad del Estado en el que vivimos. Es por eso que resulta fundamental que se despierte la solidaridad entre los ciudadanos, que nos empecemos a proteger entre nosotros mismos y tomemos la seguridad de nuestras calles en manos propias, ayudando al otro, denunciando, alzando la voz. Esto, sin embargo, resulta ser muy complicado, hemos llegado a una etapa en la que la lucha individual está por encina de la lucha colectiva, el yo es más poderoso que el nosotros y nadie quiere hacer nada por el otro.
El “nosotros” lo constituye la sociedad civil, los ciudadanos, la colectividad, es representado por la alteridad al otro y el respeto a su esencia. La unión ciudadana y la cultura cívica son la única manera que tenemos de hacernos visibles, de levantar una voz de denuncia e imponernos frente a la hegemonía de poder; estar unidos y organizados será la única forma de confrontar a la institucionalidad quebrantada.
Daniel Walter dice: “Las democracias sanas necesitan ciudadanos responsables. La responsabilidad se define como la facultad de elegir nuestras acciones, tomar la decisión de participar en una comunidad democrática es el primer paso en ejercer los derechos que le corresponden a uno en una democracia”. (WALTER, 2010)
Desde hace algunos meses un grupo de personas recorren México en la llamada Caravana por la paz, encabezada por el escritor Javier Sicilia a raíz del asesinato de su hijo. Este movimiento ha logrado convocar a las masas dolidas, ha despertado la solidaridad de muchos y ha acompañado el sufrimiento de las familias. Se ha convertido en uno de los movimientos sociales cívicos más importantes del país.
Sin embargo, no tenemos que hacer grandes movimientos ni campañas masivas para ser socialmente responsables, bastaría con ser conscientes de nuestra persona y su incorporación en el contexto que le rodea. Es fundamental que entendamos nuestra influencia en la vida de los demás, en cómo transgredimos las realidades del espacio del otro. Podemos comenzar haciendo cosas simples, siendo amables, intentado ayudar a las personas con las que nos topamos en nuestro camino diario y evitando la hostilidad. ¿Has notado como cuándo eres amable te sientes mejor y las personas a tu alrededor generalmente responden positivamente a tu amabilidad? podríamos comenzar por invertir los polos de la sociedad en la que vivimos y pasar de la negatividad y hostilidad a la positividad y solidaridad. Sería al menos un inicio hacia un cambio mayor.
Ricardo Mena dice respecto del ejercicio de la solidaridad ciudadana: “Los ciudadanos deben asumir y entender que la solidaridad es parte fundamental del ejercicio de esta condición, que no basta con andar 1 mes con una sonrisa, no basta preocuparse por los minusválidos 1 vez al año; nada de eso sirve si no va acompañado de una postura y actitud consecuente, una actitud solidaria en el día a día.” (MENA, 2008)
De hecho, son aquellos quienes van, a través de sus acciones cotidianas, haciendo pequeñas y continuas mejoras dentro de la sociedad, irradiando amor y luz. Poco a poco se convierten en un impacto dramático en el medio ambiente negativo de la sociedad y le van dando fuerza y refinación a la consciencia colectiva de las masas.
El ser humano se define a sí mismo mediante su encuentro con sí mismo y mediante su encuentro con el otro. Ryszard Kapuscinski decía que nunca se había dado cuenta de la importancia de su tono de piel hasta que vivió en una comunidad negra en África. Dentro de los conceptos básicos del arte de ser persona encontramos la “autoaceptación y reconocimiento del otro como legítimo otro.” (ppt de calse, 2011). Somos entes sociales, que vivimos en constantes encuentros con el otro, sin embargo, pocas veces somos conscientes de cómo nos definimos en contraste con los demás y de cómo podemos brindar aportes positivos a la vida de la colectividad.
Ser solidarios implica ser socialmente responsables, tomar consciencia de que el otro existe y merece respeto, ayudarnos en la medida de lo posible y transmitir siempre una energía positiva hacia los demás, convertirnos en fuentes de luz para los otros.
Miles de familias han sido víctimas directas de la guerra en la que vivimos desde hace 4 años en México. La sociedad vive sumida en un estado de miedo constante, de desconfianza hacia los demás, ya no sentimos el suelo bajo nuestros pies. Hoy exigimos encontrar caminos de verdadera paz, con los corazones deshechos y las esperanzas colgando de un hilo, nos levantamos en contra de la muerte y la injusticia, contra la idea de que todos estos años se han perdido para el amor, la comprensión y la hermandad. No podemos ser ajenos del profundo dolor que se alberga en las entrañas de nuestra sociedad, de nuestro amado país, un dolor que nos alberga a todos y al que no podemos seguir dándole la espalda. Los testimonios del sufrimiento que se han ido sumando a lo largo del camino son cada vez más pesados y difíciles de ignorar, suenan cada vez más alto exigiendo la paz, se convierten en una conmoción nacional, un grito al que nos sumamos todos. Diariamente surgen héroes anónimos, personas que se levantan dando ejemplo del valor y la dignidad en medio del dolor y el desamparo. Debemos acompañarnos unos a otros, aprender a cuidarnos. No podemos sucumbir ante la ceguera de la masificación, ante la violencia, ante una clase política que se rehúsa a asumir con valor sus responsabilidades. No podemos ser más un grupo de ciudadanos fragmentados, dispersos, temerosos, divididos, no podemos ser más cómplices de esta espantosa realidad.

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